jueves, 20 de septiembre de 2012

El Ritmo Cráneo-Sacro

El ritmo cráneo sacro (RCS de ahora en adelante), es el resultado de la producción y distribucción por todo el canal raquídeo del líquido cefalo-raquídeo (LCR) y su trasmisión al resto del cuerpo por medio del sistema fascial.

El sistema craneo-sacral es un sistema contenido dentro de una gruesa e impermeable membrana (la duramadre) que envuelve al cerebro y al cordón espinal. Está representado anatómicamente por:
- Los huesos del cráneo que se articulan entre sí
- El sacro y el coxis
- Las vértebras
- La duramadre, estructura del sistema conectivo que envuelve al sistema nervioso y se une a distintos huesos de este sistema, especialmente del cráneo, sacro y coxis
- El líquido cefaloraquídeo
- Las estructuras cerebrales que producen y reabsorben el L.C.R.
- Las fascias que trasmiten el movimiento de los fluidos por todo el cuerpo.



Todo este mecanismo está dirigido por el movimiento de la sincondrosis esfeno-basilar que abre y cierra el ángulo articular, flexionándolo y extendiéndolo. De ahí que el movimiento que realizan los huesos del cráneo cuando se produce el LCR  en los ventrículos III y IV, y que a través de los microtúbulos del sistema fascial es transmitido a todo el cuerpo.




Hay dos tipos de movimiento básicos, el de flexión y el de extensión, que no son términos precisos. En el movimiento de flexión se produce un llenado y un ensanchamiento lateral del cráneo. El cuerpo a través de la comunicación fascial, entra en rotación externa.
Por el contrario, en el movimiento de extensión se produce un vaciado y una disminucion del diámetro lateral del cráneo, así como un  aumento del diámtro antero-posterior del cráneo, produciendo una rotación interna.
El vaciado y el llenado están sometidos a un ritmo de entre 6 y 12 movimientos por minuto.
William Garner Sutherland
El padre de estos descubrimientos dentro de la Osteopatía fue William Garner Sutherland, quien fijó los principios de la terapia.
 1er Principio. Movimiento óseo craneal:

Las suturas permiten un mínimo deslizamiento en fases de expansión y retracción debido a las tensiones de las membranas craneales en la fluctuación del líquido cefalorraquídeo originado en los plexos coroideos. Las suturas separan a los huesos mediante una membrana sutural. Este movimiento se ve coadyuvado por la movilidad intrínseca del cerebro, la denominada motilidad visceral, por el sistema cardiorespiratorio, por los sistemas de drenaje vascular cerebral, por la acción de bombeo del diafragma, que permiten que el cráneo experimente con un ritmo cíclico (MRP), movimiento en los huesos craneales, y por difusión del LCR, a través del sistema nervioso periférico, respiratorio primario en todo el cuerpo. Este movimiento aunque sutil, ha sido demostrado experimentalmente por los investigadores, a través de diferentes sistemas de sensores en las suturas craneales.

 2º Principio. Movimiento cráneo-sacro:

Movimiento cráneo-sacro, relacionado por la duramadre espinal que por tensión e inserción recíproca da movimiento al pivote esfenobasilar y al sacro entre los ilíacos. Al ser esta membrana, inextensible, y al provocar el movimiento craneal una flexión del occipital, este, por sinergia tira de las inserciones de la duramadre en sacro, a nivel de S1-S2. Así cráneo y sacro se mueven al unísono, según este ritmo llamado MRP. Las restricciones o alteraciones en este movimiento craneal repercutirán en sacro y por tanto en toda la cintura pélvica. Por el contrario, también las alteraciones de la cintura pélvica, pueden repercutir en cráneo. Pero aún podemos ir más allá, puesto que no hay solución de continuidad a nivel fascial, que todas las fascias del cuerpo forman una sola, también desde el sistema estructural periférico, o desde el visceral, pueden haber repercusiones en el movimiento cráneo-sacro.

3er Principio. El MRP (Movimiento Respiratorio Primario):

Se da al principio de nuestra vida y se mantiene aproximadamente 15 minutos después de la muerte clínica, tal y como se demostró en la década de los 70 y 80 mediante evaluaciones científicas. Consta de la fase de flexión o expansión y de la fase de extensión o retracción, a un ritmo de 6-12 ciclos por minuto, es decir unos tres segundos por cada fase. Es un ritmo constante, independiente del respiratorio y disociado del ritmo cardíaco y de su actividad. Solo se ve alterado por ciertos componentes fisiológicos.